La conexión entre el clima y la salud se hace cada vez más evidente a medida que enfrentamos la cruda realidad de la crisis climática. Esta conexión no es meramente especulativa; es una conversación diaria entre aquellos que abogamos por mejores resultados de salud frente a los desafíos climáticos. Por el Dr. Damián Markov, médico pediatra especializado en Medicina Climática y Salud Ambiental. Fundador y director para Latinoamérica de S-VIVA, una consultora que promueve la salud humana en un ambiente cambiante y facilita la llegada de tecnologías climáticas con impacto sanitario a la región
Abordar la crisis climática se presenta como posiblemente el mayor desafío que la humanidad ha enfrentado. Las consecuencias de la quema de combustibles fósiles y los subsiguientes cambios en los patrones de clima son realidades tangibles experimentadas y anticipadas a nivel mundial. La evidencia de esta crisis abunda, visible con cada diario que abrimos, afectando desproporcionadamente a comunidades vulnerables, a menudo con consecuencias devastadoras.
La Medicina Climática nace de la necesidad de comprender las consecuencias que el cambio climático y otras perturbaciones en los sistemas naturales de la Tierra tienen en la salud humana. Esta necesidad crítica, como proveedores de atención médica, nos obliga a abogar por el bienestar de las generaciones actuales y futuras.
Las repercusiones en la salud humana del cambio climático
Los eventos climáticos extremos representan amenazas directas para la salud humana a través de lesiones, migraciones forzadas, pérdida de infraestructura y problemas de salud mental.
La interrupción del delicado equilibrio de los ecosistemas y los servicios provisionales, regulatorios, culturales y de apoyo que proporcionan, están poniendo en peligro la disponibilidad y calidad de los recursos naturales como el aire, el agua y el suelo, exacerbando la inseguridad alimentaria e hídrica y, por lo tanto, comprometiendo aún más a nuestra salud.
Se estima que para 2050, podrían haber más de 17 millones de migrantes climáticos internos en Latinoamérica. A diferencia del pasado, que las poblaciones se reubicaban por motivos aspiracionales, se espera que estos migrantes se movilicen de áreas con menor disponibilidad de agua, productividad agrícola y zonas afectadas por el aumento del nivel del mar y constantes tormentas, hacia las grandes urbanizaciones pobremente planificadas y con falta de saneamiento e infraestructura, exacerbando las inequidades sociales y predisponiendo a diversos impactos de la crisis climática.
Los impactos en la Salud que nos esperan
Las temperaturas elevadas contribuyen a la propagación de enfermedades infecciosas a medida que los vectores como los mosquitos expanden sus hábitats en latitud y en altura, así como sus períodos de propagación, lo que lleva a un aumento en la incidencia de enfermedades como la malaria y el dengue. Los impactos directos sobre la salud del calor extremo van desde la deshidratación hasta la muerte.
El agotamiento por calor es el paso previo al golpe de calor que se caracteriza por confusión, debilitamiento, mareos y vómitos, pérdida de conciencia, baja presión arterial, dificultad para respirar y puede provocar daños permanentes en nuestros organismos. Indirectamente los calores extremos pueden afectar la distribución de enfermedades, el comportamiento humano, la resiliencia de los sistemas de salud, la calidad del aire e infraestructura crítica como la energía, el transporte y el agua.
Las personas de bajos recursos, los trabajadores al aire libre, los que tienen enfermedades preexistentes y los que se encuentran en los extremos de la vida serán los más afectados.
La quema de combustibles fósiles está directamente relacionada con la exacerbación y empeoramiento de cuadros respiratorios preexistentes como el asma y la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) y se estima que más del 80% de las muertes anuales evitables por contaminación del aire están relacionadas a los combustibles fósiles. Con la eliminación gradual de estos (el famoso phase-out) estas muertes podrían evitarse.
Temperaturas más cálidas,
El cambio climático tiene un impacto significativo en la producción de aeroalérgenos y reacciones alérgicas a través de varios mecanismos. Las temperaturas más cálidas, el aumento de la concentración de dióxido de carbono y los cambios en patrones de precipitaciones alteran los ciclos de vida y distribución de plantas alergénicas, llevando a cambios en la producción de polen, las temporadas de polen y el contenido alérgico.
Por ejemplo, el aumento de las temperaturas puede causar que las plantas produzcan más polen en períodos de tiempo más prolongados, mientras que cambios en las precipitaciones pueden extender la duración de los ambientes favorables para su dispersión.
Las sequías e inundaciones, cada vez más intensas y frecuentes en zonas rurales, pondrían en riesgo la producción agrícola y ganadera, exponiendo a poblaciones vulnerables a disminución de los nutrientes en los alimentos y a la desnutrición.
El aumento de dióxido de carbono en la atmósfera se da a expensas del nitrógeno, un componente clave en el crecimiento de las plantas y que afecta directamente la concentración de proteínas y vitaminas en cultivos. Si esta falta de nutrientes fundamentales se da durante los primeros 1000 días de vida, atrapará al infante en un círculo vicioso negativo para su salud.
Qué pasa con el agua
Se estima que actualmente el 70% del uso de agua dulce es destinado a la agricultura y por esta desviación y consumo en muchas áreas de alta productividad agrícola, los ríos no alcanzan el mar. Los ríos restantes se encuentran frecuentemente contaminados por desechos industriales y aguas residuales.
Por mucho, el mayor riesgo para la salud humana relacionado al agua son las infecciones transmitidas por el agua. Las fuertes precipitaciones pueden fácilmente saturar los sistemas de tratamiento de aguas residuales, provocando que virus, bacterias, hongos y parásitos entren en contacto con fuentes de agua potable.
Y así también las sequías intensas actúan como concentradores de patógenos transmitidos por el agua, porque niveles previamente seguros de una bacteria “diluida” podría alcanzar niveles tóxicos.
El impacto menos visibilizado: la salud mental
Por último, uno de los impactos en la salud más subestimados y a la vez más comprometedores es en la salud mental. Se puede entender fácilmente que los eventos climáticos extremos provoquen efectos directos sobre nuestra psiquis.
La pérdida de sitios de cosecha, el desplazamiento forzado en masa, los daños a propiedades pueden desafiar nuestro sentido de pertenencia y causar estrés post-traumático que puede durar años. Los riesgos de separaciones familiares o de daños a la salud o muerte de un ser querido son causas lógicas de angustia mental.
Las dificultades para adaptarse a un nuevo contexto cultural son terreno fértil para que desórdenes crónicos de salud mental como depresión, ansiedad e ideaciones suicidas florezcan.
El tabú que existe frente a los trastornos de la salud mental, provoca que quienes lo padecen no busquen ayuda, no se dediquen recursos para centros de tratamiento y les genere un sentimiento de lucha unipersonal contra un enemigo inabarcable.
Diversos estudios indican que la eco-ansiedad, el miedo crónico a una catástrofe ambiental, está afectando a la población joven a nivel global, con un significativo impacto en su salud mental. Una encuesta global encontró que seis de cada diez personas jóvenes entre 18 y 25 años estaban preocupadas por la crisis climática.
Aunque la evidencia científica sobre eco-ansiedad y poblaciones jóvenes es escasa, los estudios existentes sugieren que es una preocupación creciente a nivel global y que afecta la planificación a futuro, disminuyendo los sentimientos de esperanza y optimismo.
La agenda internacional en materia de clima y salud
Reconocer la crisis climática como una crisis de salud enfatiza la necesidad de estrategias integrales que integren la sostenibilidad ambiental y las políticas de salud pública. Al abordar estos desafíos interconectados, las sociedades pueden aspirar a mitigar los efectos adversos para la salud del cambio climático y construir resiliencia para un futuro sostenible y más saludable.
La última Conferencia de las Partes organizada por Naciones Unidas en Dubai fue la primera en 28 ediciones, donde se sentaron las bases fundacionales para el reconocimiento de la salud como un campo clave de acción frente a la crisis climática. Contó con una presencia récord del sector: la salud tuvo su sesión especial en el World Climate Action Summit y hasta su día especial, el Health Day, dedicado íntegramente a discutir temas relacionados a Clima y Salud.
Declaración sobre El Clima y la Salud
La primera Declaración sobre Clima y Salud, con la participación de 148 países, sentó las bases para profundizar la acción en esta área, fortaleciendo la colaboración intersectorial y aumentando los fondos para la lucha contra el cambio climático.
En una reunión interministerial, líderes mundiales discutieron planes nacionales de adaptación y mitigación en salud, y se abrió el diálogo sobre el impacto del clima en la salud. Representantes de organismos internacionales de salud como María Neira, del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, el Dr. Tedros, Director General de la OMS, y la Dra. Lujain Alqodmani de la Asociación Médica Mundial, expusieron ante un auditorio de atentos tomadores de decisiones.
Por último, en esta COP 28 se reforzó la necesidad de financiamiento destinado a la intersección entre Clima y Salud. Se establecieron las directrices sobre financiamiento de soluciones climáticas y sanitarias y se estableció un fondo de $1.000 millones de dólares liderado por los Emiratos Árabes Unidos, apoyado por el Fondo Verde para el Clima, el Banco Asiático de Desarrollo, el Fondo Global y la Fundación Rockefeller.
También donantes públicos y fundaciones anunciaron la movilización de $777 millones de dólares para combatir las enfermedades tropicales desatendidas, que suponen un riesgo creciente por el aumento de las temperaturas globales.
Conclusión
Desde Sustentabilidad Sin Fronteras siempre buscamos estar atentos a las tendencias y los temas más trascendentales relacionados al cambio climático, es por eso que abrimos el área de Clima y Salud, liderada por un médico pediatra, especializado en medicina climática y salud ambiental para combinar experiencia y conocimiento a uno de los puntos de impacto más relevantes que la crisis climática tiene y tendrá sobre la humanidad.
De esta forma, podremos sumarnos a alianzas regionales y globales, como también participar de proyectos que visibilicen, prevengan y reduzcan los impactos del cambio climático en la salud.
En conclusión, la conexión entre el clima y la salud es innegable, manifestándose a través de una variedad de desafíos presentes y futuros. Los logros en la COP 28 en Dubái marcan un hito histórico al reconocer la salud como un aspecto fundamental en la lucha contra la crisis climática.
Al abordar estos desafíos interconectados, las sociedades pueden aspirar a mitigar los efectos adversos del cambio climático en la salud humana y construir resiliencia para un futuro más saludable. Desde Sustentabilidad Sin Fronteras, seguiremos comprometidos en nuestra labor para proteger la salud de las personas y del planeta frente a esta crisis existencial.
Este artículo es parte del Informe Anual 2024 sobre Cambio Climático: DESCARGALO GRATIS AHORA.