El negacionismo climático es un servicio, pero…¿A quién sirve?

El negacionismo climático no es una simple discrepancia científica; es una estrategia con beneficiarios claros y consecuencias devastadoras. Cada tuit negacionista, cada artículo que siembra dudas y cada inacción política impulsada por esta ideología tiene un impacto tangible en nuestro planeta y en nuestras vidas. ¿A quién le sirve este peligroso juego de la negación? En este análisis, exploraremos las fuerzas económicas, políticas e ideológicas que prosperan mientras el consenso científico sobre el cambio climático es deliberadamente socavado. La urgencia es clara: entender quién se beneficia es el primer paso para desmantelar esta amenaza global. Por Ana Victoria Dominguez Britos, es periodista e internacionalista, creadora y escritora del newsletter de periodismo ambiental ‘Pisando Verde’, y se desempeña como investigadora en el proyecto internacional ‘Pulling Power of Paris’.

negacionismo climático

Si tuviéramos que señalar el momento en que la obstrucción climática tomó la forma estructurada que hoy conocemos como negacionismo climático, probablemente nos remontaríamos a la década de 1980. Fue en ese período cuando las principales corporaciones petroleras iniciaron lo que diversas investigaciones han demostrado ser una campaña deliberada para ocultar el papel de la industria de los combustibles fósiles en la crisis climática.

Entre las múltiples investigaciones que han probado este punto, destaca una serie de reportajes publicados en 2015 por Inside Climate News, Los Angeles Times y la Escuela de Periodismo de Columbia, conocidos como Exxon Knew. En estos trabajos se reveló que, desde la década de 1970, científicos de Exxon habían advertido a la empresa sobre los efectos del cambio climático.

Sin embargo, en lugar de actuar en consecuencia, la compañía y otras del sector impulsaron estrategias de desinformación para sembrar dudas sobre el consenso científico que afirma que la actividad humana es la principal causa del cambio climático (McCarthy, 2001).  

Durante décadas, las empresas petroleras han trabajado deliberadamente para socavar el consenso científico. Primero desacreditando a los científicos, luego difamando a los periodistas y, en la actualidad, deslegitimando a los activistas al calificarlos de anti-progreso.

Una de las características distintivas del negacionismo climático en los últimos diez años es su naturaleza reactiva. Nunca ha buscado construir objeciones legítimas o fundamentadas frente al consenso científico.

El negacionismo climático es, en esencia, una reacción coordinada ante políticas que obstaculicen cualquier esfuerzo de mitigación o acción climática que amenace la rentabilidad de la industria fósil (Mann, 2021). Cada vez que leamos o escuchemos la expresión “negacionismo climático”, debemos reconocer que estamos en presencia de un mecanismo que opera como un servicio estructurado. Pero, ¿a quién responde este servicio?

El negacionismo climático como un valor cultural

El negacionismo climático no se limita simplemente a una postura económica o política; se ha consolidado como un fenómeno cultural profundamente enraizado en las sociedades que lo defienden. Es clave entender que no toda negación del cambio climático se basa únicamente en principios económicos liberales, como a menudo se ha creído.

De hecho, aunque el negacionismo climático se alimenta de una noción de “libertad” que está profundamente ligada al miedo al control estatal y a las restricciones sobre la economía de mercado, lo que se está “defendiendo” no es la protección de un modelo económico, sino también una estructura cultural que rechaza cualquier obstáculo a un sistema de explotación de recursos naturales.

La narrativa del negacionismo se entrelaza así con el ideal de una “sociedad industrializada” que ve en los avances tecnológicos y en la extracción de recursos una forma legítima de progreso. 

Masculinidad Industrial y cambio climático

Este fenómeno cultural es tan fuerte que trasciende fronteras ideológicas y políticas, pero mayoritariamente se centra en grupos masculinos. Como se menciona en estudios sobre la relación entre masculinidades industriales y el cambio climático, este fenómeno está vinculado a lo que algunos denominan la “masculinidad industrial” en declive (Anshelm & Hultman, 2014).

Este concepto sugiere que la transformación hacia una economía más verde y el cuestionamiento de la industria fósil no solo se ve como un desafío económico, sino también como un ataque simbólico contra un modelo de vida que ha sido históricamente asociado con la fuerza, la virilidad y el poder industrial.

Además, la masculinidad industrial detrás del sentimiento pasional que despierta el negacionismo, se ha vinculado históricamente a la idea de progreso asociado con la explotación de los recursos naturales.

En muchas sociedades industriales, las identidades masculinas han estado construidas sobre la base de la habilidad para dominar la naturaleza, lo que ha sido simbolizado por la industria de los combustibles fósiles.

Hoy, este símbolo de “progreso” está siendo cuestionado por el movimiento ecologista, lo que alimenta aún más la resistencia contra la ciencia climática.

Por lo tanto, el negacionismo climático puede ser entendido como una construcción cultural que no solo niega la ciencia detrás del cambio climático, sino que también busca proteger un sistema económico y social que muchas de estas comunidades ven como un pilar de su identidad.

Es un fenómeno que responde a una sensación de pérdida de los beneficios obtenidos gracias a los fósiles que se percibe como una amenaza a sus formas de vida tradicional.

Una retórica que se ha visto reforzada por un sin fin de actores obstructores, que han vinculado la cultura del trabajo con la explotación de recursos bajo la lógica: nuestros recursos son nuestros, cuando los explotamos.

El negacionismo como un batallón

Si hoy existe una gran cantidad de personas que descreen el consenso científico con respecto al cambio climático, es gracias a la ignorancia fabricada por múltiples actores, que actuando en simultáneo han hecho evolucionar su mensaje desde la negación hacia estrategias más sutiles de desinformación, orientadas a generar confusión y paralizar la acción climática. 

¿Quiénes son entonces las garras y dientes del negacionismo climático?

1. Corporaciones y Asociaciones Industriales

En América Latina, sectores como la agroindustria y la minería han desempeñado roles significativos en la promoción del negacionismo climático. En Brasil, por ejemplo, se ha documentado cómo la agroindustria, aliada con facciones de extrema derecha, ha impulsado una maquinaria de noticias falsas que minimizan o niegan el impacto ambiental de sus actividades.

2. Fundaciones y Think Tanks Conservadores

Organizaciones con agendas neoliberales han financiado think tanks que producen y difunden información que cuestiona la ciencia climática. Aunque este fenómeno es más evidente en países desarrollados, con ejemplos como el Institute of Economic Affairs en el Reino Unido, el alemán Europäisches Institut für Klima und Energie o el español Instituto Juan de Mariana, su influencia se extiende a América Latina a través de la financiación de estudios y la promoción de políticas que favorecen intereses económicos por encima de consideraciones ambientales.​ 

3. Medios de Comunicación y Plataformas Digitales

Los medios de comunicación y las plataformas digitales desempeñan un papel crucial en la formación de la opinión pública sobre el cambio climático. Sin embargo, en ocasiones, han servido como canales para la difusión de desinformación y mensajes que minimizan la gravedad de esta crisis global.​

Una estrategia común utilizada por la industria de los combustibles fósiles es la inversión en publicidad nativa dentro de medios de comunicación de gran alcance. En marzo de este año, un estudio publicado en la revista npj Climate Action por investigadores de la Universidad de Boston (BU), en colaboración con la Universidad de Cambridge, analizó el impacto de la publicidad nativa engañosa de la industria de los combustibles fósiles en la percepción pública. 

La investigación evaluó dos estrategias para contrarrestar este tipo de campañas: el uso de divulgaciones claras para alertar a los lectores sobre la naturaleza publicitaria del contenido y las llamadas “inoculaciones”, mensajes preventivos que advierten sobre tácticas de desinformación antes de la exposición a estos anuncios. 

Uno de los ejemplos analizados en el estudio fue el artículo titulado “El futuro de la energía“, publicado en el sitio web de The New York Times y financiado por ExxonMobil.

Desde 2018, los lectores se encontraron con lo que parecía ser un artículo informativo sobre la inversión de la petrolera en biocombustibles a base de algas.

Sin embargo, debido a su ubicación bajo el logo del Times y el uso del mismo formato y tipografía que los artículos reales, muchos lectores no notaron el pequeño aviso que indicaba que se trataba de un anuncio patrocinado por la empresa, que formaba parte de una campaña publicitaria de 5 millones de dólares, omitía información clave sobre la enorme huella de carbono de ExxonMobil (Amazeen, Sovacool, Krishna, Debnath, Wells, 2025).

Las plataformas digitales también han sido señaladas por su papel en la amplificación de la desinformación climática. Según un informe de la Coalición de Acción Climática contra la Desinformación (CAAD) de junio de 2024, aunque empresas como YouTube, Meta y TikTok han prometido abordar este problema, aún se debe la aplicación efectiva de políticas para contrarrestar contenidos falsos relacionados con el cambio climático. 

Tal es la preocupación por el avance del negacionismo climático en medios digitales que en junio de 2024, el Secretario General de la ONU, António Guterres, instó a los países a prohibir la publicidad de empresas de combustibles fósiles y exhortó a los medios de comunicación y plataformas tecnológicas a dejar de aceptar este tipo de anuncios.

4. Universidades y Científicos Contrarios

Aunque en menor medida, algunas instituciones académicas y científicos han participado en la producción de estudios que cuestionan el consenso científico sobre el cambio climático. Estos actores, a menudo vinculados a financiamiento de industrias con intereses en combustibles fósiles, contribuyen a sembrar dudas en la opinión pública y a retrasar la adopción de medidas urgentes.​

El medio estadounidense Drilled Media, por ejemplo, ha investigado cómo el dinero de los combustibles fósiles se ha integrado como una práctica común en el sistema universitario de Estados Unidos. Durante décadas, las universidades de élite han recibido millones de dólares de algunas de las compañías más contaminantes del mundo. A cambio, estas asociaciones han ayudado a mejorar la imagen pública de las empresas, han financiado investigaciones que favorecen políticas alineadas con los intereses de la industria.

Un ejemplo claro de esta influencia ocurrió en 2013, cuando la Fundación Hess, el brazo filantrópico de la petrolera Hess Corporation, donó 500,000 dólares a la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia para financiar una cátedra en Ciencias de la Salud Ambiental.

Esta donación se realizó tan solo un año después de que la compañía llegara a un acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA) para pagar 850,000 dólares en sanciones por violaciones de la Ley de Aire Limpio.

Al instalar la duda sobre la veracidad del cambio climático, el negacionismo también logra desplazar el eje del debate. En lugar de discutir cómo alcanzar un modelo de desarrollo más justo, resiliente y sostenible, el foco se corre hacia la negación, validación de hechos científicos o de posturas ideológicas. Este tipo de polarización empobrece el debate público y dificulta avanzar en soluciones concretas.

A modo de conclusión

El negacionismo climático, lejos de ser un fenómeno aislado, se ha consolidado como una estructura profundamente arraigada en el sistema económico, político y cultural. Su evolución desde una estrategia empresarial deliberada para proteger los intereses de la industria de los combustibles fósiles hasta convertirse en una narrativa cultural que trasciende ideologías políticas, muestra la magnitud y la complejidad del problema.

En la actualidad, “la consecuencia más directa de la desinformación climática es el fomento de respuestas emocionales adversas del público hacia la comunicación climática, a través del uso estratégico de una retórica engañosa basada en los valores, sistemas de creencias y características del estilo de vida de los individuos.” (Ulrich 2022) 

Frente a este panorama, la lucha requiere una respuesta coordinada y efectiva de la comunidad científica, que sólo puede fortalecerse con el apoyo de los medios de comunicación y las organizaciones sociales.

Estos actores tienen la capacidad de asegurar que la información precisa y basada en evidencia prevalezca sobre las narrativas manipuladas, expandiendo su mensaje a través de redes de trabajo, campañas de comunicación y medios digitales. Al igual que ocurre con el negacionismo ambiental, la defensa de la acción climática informada debe ser un esfuerzo conjunto.

BIBLIOGRAFIA

Amazeen, M. A., Sovacool, B. K., Krishna, A., Debnath, R., & Wells, C. (2025). The “Future of Energy”? Building resilience to ExxonMobil’s disinformation through disclosures and inoculation. NPJ Climate Action, 4(1). https://doi.org/10.1038/s44168-025-00209-6

Banerjee, N., Song, L., & Hasemyer, D. (2015, 16 de septiembre). Exxon’s own research confirmed fossil fuels’ role in global warming. Inside Climate News. Recuperado el 28 de marzo de 2025, de https://insideclimatenews.org/news/16092015/exxons-own-research-confirmed-fossil-fuels-role-in-global-warming

Drilled. (n.d.). How elite universities helped delay climate action. Drilled. Recuperado el 28 de marzo de 2025, de https://drilled.media/news/delay-universities

Guterres pide medidas contundentes contra la industria de los combustibles fósiles. (2024, 27 de marzo). Centro Regional de Información de las Naciones Unidas (UNRIC). Recuperado el 28 de marzo de 2025, de https://unric.org/es/guterres-pide-medidas-contundentes-contra-la-industria-de-los-combustibles-fosiles

Mann, M. E. (2021). The new climate war: The fight to take back our planet. Presentación en American Physical Society March Meeting 2021. Recuperado el 28 de marzo de 2025, de https://meetings.aps.org/Meeting/MAR21/Event/407372

McCarthy, J. J. (Ed.). (2001). Climate change 2001: Impacts, adaptation, and vulnerability. Cambridge University Press.

National Academy of Sciences Committee on the Science of Climate Change. (2001). Climate change science: An analysis of some key questions. National Academy Press.

Ulrich, A. (2022). Climate misinformation: Communicating climate science in an era of misinformation. Intersect, 16(1).

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