Descarbonización en tiempos de incertidumbre: ¿Por qué reducir emisiones sigue siendo clave para el negocio? 

Vivimos tiempos en los que el rumbo del desarrollo global parece haberse extraviado. La geopolítica, la inteligencia artificial y la fragilidad de la cooperación internacional configuran un escenario de creciente incertidumbre económica y productiva. Las guerras comerciales, el regreso del aislacionismo y la acelerada transformación tecnológica desdibujan los consensos sociales y ambientales que hasta hace poco guiaban a gobiernos, empresas y organismos multilaterales. Pero la descarbonización se ha convertido en un activo económico y operativo para acceder a los mercados. Por Iván Buffone.

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El nuevo orden económico

Es un contexto global desafiante y muchos se preguntan si la sustentabilidad sigue siendo una prioridad real. Pero lejos de diluirse, la agenda climática se redefine: más pragmática, más conectada con el negocio, más enfocada en resultados. La descarbonización ya no es solo un imperativo ético o reputacional; se ha convertido en un activo económico y operativo. Un factor estratégico para acceder a mercados, financiamiento y ventajas competitivas en un mundo cada vez más exigente. 

La tensión geopolítica entre las grandes potencias está reconfigurando el comercio internacional, afectando cadenas de suministro, reglas financieras y políticas regulatorias ambientales. Estados Unidos, bajo el segundo mandato de Donald Trump, se ha retirado nuevamente del Acuerdo de París, se han desarmado instituciones clave como USAID y se han impulsado un repliegue global con fuerte impacto en las agendas sociales y climáticas.

Europa, históricamente líder en regulación ambiental, enfrenta presiones internas que postergan normativas clave por temor a una pérdida de competitividad. China, por su parte, apuesta al desarrollo tecnológico como motor de dominación económica, invirtiendo en energías renovables, IA y relocalización industrial. 

Este escenario de 2025 genera un “sálvese quien pueda” que lleva a muchas empresas a priorizar su resiliencia operativa y su rentabilidad inmediata. En un mundo más fragmentado, más riesgoso y menos predecible, los consensos sobre ESG (ambiental, social y gobernanza), inclusión o cooperación pierden terreno. Pero la necesidad de la descarbonización, reducir emisiones y adaptarse al cambio climático no desaparece: cambia de forma. 

La Descarbonización sigue siendo urgente 

Aunque la política se polarice y los compromisos internacionales tambalean, el cambio climático avanza. Sequías, olas de calor, inundaciones y eventos extremos afectan la calidad de vida y los resultados económicos de las empresas. Un ejemplo reciente son las inundaciones en Bahía Blanca, ocurridas en marzo de 2025. Según el Banco Mundial1, en nuestro país se generan pérdidas anuales de hasta USD 1.000 millones. 

También debemos considerar las sequías que afectan la agricultura, el consumo humano y la generación energética, con impactos anuales de hasta USD 3.000 millones. 

La descarbonización debe seguir entre las prioridades del sector privado. Medir, reducir y compensar emisiones se está volviendo indispensable para operar, financiarse, vender en mercados regulados o participar en cadenas globales. 

El sector industrial es clave en esta transición. Representa cerca del 25% de las emisiones globales directas, según la Agencia Internacional de Energía, y es uno de los más expuestos al cambio climático. En Argentina, el sector consume más del 20% de la energía total,  contribuyendo significativamente a las emisiones del sector energético. 

Eficiencia y productividad: el nuevo “mantra” de la sustentabilidad 

Las empresas saben que ignorar el impacto ambiental y social implica riesgo financiero. Hoy, con la competitividad al centro de la agenda, la sustentabilidad debe mostrar resultados concretos: menor costo, menor riesgo y mejor reputación. 

Las compañías que lideran este cambio han entendido que hablar de sustentabilidad es hablar de estrategia. La eficiencia energética, electrificación de procesos, sensorización, reducción de pérdidas y uso racional de recursos no solo reducen emisiones: también fortalecen la operación. 

En este escenario, la coherencia se vuelve esencial. Uno de los factores de la crisis ESG ha sido el greenwashing. Las empresas con compromisos genuinos y acciones verificables generarán confianza en un mundo donde la transparencia es clave. Esa autenticidad es una ventaja competitiva. 

La brújula puede estar rota, pero hay un norte claro: operar con menos impacto, descarbonizando procesos y más eficiencia es sinónimo de rentabilidad. La innovación, la colaboración y la autenticidad se convierten en activos estratégicos. 

Descarbonización: ¿Cómo avanzar hacia las cero emisiones? 

El primer paso es medir. Comprender la huella de carbono permite diseñar una estrategia de mitigación. Puede organizarse en cuatro dimensiones: 

a. Eficiencia energética: 

Revisar procesos, actualizar equipos y adoptar una cultura de mejora continua es clave para reducir consumos, emisiones y costos. En contextos de energía cara, la eficiencia es ventaja competitiva. 

1 De Groot, Klas. (2025) Gestión de Riesgos de Inundación en Argentina. Banco Mundial. Disponible aquí: 

La digitalización y automatización cumplen un rol central: tableros de control, sensores inteligentes, sistemas de gestión energética (EMS) y mantenimiento predictivo permiten optimizar recursos. Recientemente, la reconocida marca de moda argentina Prüne identificó la oportunidad de reducir su consumo en un 15%, lo que se traduce en un ahorro anual de USD 27.0002. En el mismo camino, Jomsalva3, una PYME fabricante de compuestos de caucho, sólo con la implementación de buenas prácticas de eficiencia energética, pudo reducir casi un 10% de su huella de carbono. 

Además, mejoras en aislación térmica, recuperación de calor residual y reequipamiento de líneas productivas pueden generar ahorros de hasta el 30% en energía, según estudios de la AHK Argentina4. En un contexto donde cada punto de competitividad cuenta, ser eficiente es una ventaja que se traduce en resultados económicos.

b. Electrificación de procesos industriales: 

La electrificación permite reemplazar combustibles fósiles en procesos que requieren calor, fuerza motriz o transporte interno. Sustituir calderas de gas por bombas de calor, incorporar hornos eléctricos o vehículos internos eléctricos reduce emisiones, simplifica operaciones y mejora la eficiencia. 

Cuando la electrificación se combina con un suministro renovable, los resultados en términos de mitigación de huella de carbono son exponenciales. 

c. Suministro energético renovable: 

Cambiar la matriz energética de una industria es una de las formas más rápidas y eficaces de reducir la huella y descarbonizar. Casos como el de Aceitera General Deheza (AGD)5 que en el año 2001 puso en funcionamiento una planta para generar energía térmica a partir de cáscara de maní y de girasol, en reemplazo del gas natural, son paradigmáticos. 

El crecimiento de los contratos de abastecimiento (PPA) en Argentina demuestra que hoy es posible acceder a energía limpia, con precios competitivos, contratos a largo plazo y previsibilidad. Esto no solo mejora el perfil ambiental de la empresa, sino que genera ahorros reales y estabilidad frente a la volatilidad del sistema. 

Además, la incorporación de panelería solar en techos industriales, centros logísticos o espacios corporativos, si bien puede representar una fracción menor del consumo, tiene un alto impacto simbólico: visibiliza el compromiso de la empresa con la sustentabilidad y mejora la imagen institucional. Cada vez más, las empresas entienden que asegurar un suministro renovable no es solo una opción “verde”: es una decisión de negocios. 

2 Powermeter. Casos de éxito. Prune. Disponible aquí: 

3 Fuente propia. 

4 AHK Argentina. (2017). Eficiencia energética en la industria argentina: Ejemplos de proyectos del programa europeo EUREM. Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana. Disponible en: https://www.ahkargentina.com.ar/filehub/deliverFile/02d24f18-b581-4757-aabb-ae3654122689/92868 0/Publicacion_EUREM2017-Version_final_compressed.pdf 

5 AGD. Energía de la Biomasa. Disponible aquí: 

d. Cadena de suministro: 

La descarbonización también incluye proveedores. Cada decisión —materias primas, insumos, logística— tiene una huella. Incorporar criterios sostenibles en compras y homologación reduce riesgos y mejora la competitividad, especialmente ante regulaciones como el Mecanismo de Ajuste de frontera europeo. 

Estas cuatro dimensiones muestran que la carbono-neutralidad es posible si se aborda como una estrategia integrada. Tal es el ejemplo de Eco de los Andes6, cuya planta se convirtió en la primera instalación industrial de la provincia de Mendoza en alcanzar las cero emisiones de carbono. La compañía logró este hito gracias a la transformación de sus procesos y equipos hacia alternativas eléctricas, el uso de energía renovable y la neutralización de emisiones residuales. 

Innovación industrial y políticas que empujan la transición 

La innovación tecnológica está jugando un rol decisivo. A nivel global, iniciativas como el First Movers Coalition del World Economic Forum o los fondos de descarbonización de la Unión Europea están acelerando el desarrollo y adopción de tecnologías limpias en industrias difíciles de descarbonizar. Desde acero verde hasta cemento bajo en carbono, estas apuestas marcan una hoja de ruta posible. 

En nuestro país, los incentivos aún son limitados. Se requieren regulaciones más ambiciosas: precios del carbono que reflejen los costos ambientales reales, acceso a financiamiento verde para pymes industriales, fondos para reconversión tecnológica y marcos regulatorios que premien el desempeño ambiental en la cadena de valor. 

El mercado de carbono: de costo a oportunidad 

Aun después de aplicar todas las medidas posibles, muchas empresas tendrán un remanente de emisiones difícil de eliminar.  Esto suele deberse a procesos industriales que aún no tienen alternativas tecnológicas viables, a limitaciones en el acceso a infraestructura renovable o a actividades logísticas cuya electrificación total no es inmediata. Para esos casos, los mecanismos de compensación son una herramienta clave. En Argentina, el mercado voluntario de carbono está en expansión, con proyectos certificados, créditos trazables y nuevas herramientas de verificación. 

Una novedad destacada es el Programa Carbono Neutro de la Universidad Nacional de La Plata7, que permite certificar la huella y la neutralidad de una organización con altos estándares técnicos y costos accesibles. Es la primera certificación nacional de prestigio, lo que puede multiplicar la adopción local de estrategias de carbono neutralidad. 

6 Sustenomics. (2025) Disponible aquí

7 Disponible aquí .

Valor en carbono: un diferencial competitivo  

Cada vez más sectores entienden que el carbono no es solo un problema ambiental: es un componente económico. Algo que se suma a lo largo de toda la cadena, como un nuevo costo fiscal.

Grupo Mitre, la primera empresa B de demoliciones del mundo, realiza obras carbono neutrales y recupera más del 97% de los materiales para reintegrarlos mediante economía circular. Indumat, proveedora de soluciones técnicas para grandes industrias, también ofrece servicios de esas características. Y empresas de logística como Avancargo o Robinson Logistics ofrecen transporte carbono neutral, agregando valor a su servicio tradicional.

El carbono no solo es un riesgo que hay que gestionar. Es también un nuevo tipo de valor que puede —y debe— capitalizarse. 

Finanzas sostenibles: cuando el capital acompaña la transición 

La buena noticia es que gran parte de las inversiones necesarias no sólo son recuperables en términos de eficiencia y ahorro operativo: también son financiables. 

Los mercados de capitales e instituciones financieras están cada vez más alineados con la agenda de sostenibilidad. Esto se traduce en bonos verdes, líneas de crédito con condiciones preferenciales, instrumentos de blended finance y acceso a fondos internacionales. Además, las entidades financieras enfrentan una presión creciente por parte de sus propios inversores para reportar en qué se invierte el capital y con qué impacto. Así como una empresa exige a sus proveedores estándares sociales y ambientales, los inversores también están empezando a requerir que las carteras cumplan con objetivos sostenibles y de triple impacto.

En Argentina, el mercado de bonos verdes, sociales y sostenibles (SVS) superó los USD 1.500 millones acumulados entre 2019 y 20248. A nivel subnacional, Córdoba, por ejemplo, cuenta con un fondo para eficiencia energética industrial, Santa Fe ofrece beneficios fiscales a inversiones verdes y el Consejo Federal de Inversiones (CFI) fondea MiPyMEs para incentivar el uso eficiente de recursos naturales y energético. 

El mensaje es claro: el capital está disponible para quienes apuesten a transformar su modelo productivo hacia la sustentabilidad. 

8 Comisión Nacional de Valores (CNV). (2023). Informe del mercado de deuda sostenible en Argentina: Tercer trimestre 2023. Buenos Aires: CNV. Disponible aquí.

Conclusión: autenticidad, impacto y oportunidad 

Estamos ante un punto de inflexión. La sustentabilidad ya no puede sostenerse solo en narrativas o promesas. Requiere datos, resultados y coherencia. En un mundo incierto, el verdadero diferencial está en quienes entienden que el valor económico, social y ambiental no compiten entre sí: se potencian. 

Las empresas que midan su huella, mejoren su eficiencia, adopten energía limpia, compensen con responsabilidad y comuniquen con transparencia estarán haciendo más que reducir emisiones. Estarán liderando la economía que viene. 

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