Superamos los 1.5° C del Acuerdo de París: qué impactos habrá

Durante 2024 y lo que va de 2025 superamos los 1.5° C fijados por el Acuerdo de París: qué impactos habrá y cómo nos preparamos para eventos climáticos cada vez más intensos. Por Equipo Sustentabilidad Sin Fronteras.

Superamos los 1.5° C del Acuerdo de París: qué impactos habrá

Cada décima de grado cuenta 

Superar los 1.5º no fue un evento aislado: enero de 2025 se convirtió en el mes de enero más cálido registrado, con una anomalía de 1,75 °C por encima de los niveles preindustriales, marcando el 18º mes de los últimos 19 en que las temperaturas globales superaron los 1,5 °C

La diferencia entre superar temporalmente este umbral y hacerlo de manera sostenida es crítica. Mientras que las superaciones puntuales pueden atribuirse a variaciones naturales como El Niño, una superación prolongada indica un cambio estructural en el sistema climático. Según un estudio publicado en febrero de 2025, haber registrado un año completo por encima de 1,5 °C sugiere que la Tierra ha entrado en un período de 20 años en el que la temperatura media global alcanzará o superará este límite. 

Para América Latina, una región altamente vulnerable, esta situación se traduce en impactos severos: sequías más prolongadas en el Cono Sur, retroceso acelerado de los glaciares andinos, pérdida de biodiversidad en la Amazonía y un aumento de la desigualdad climática que afecta desproporcionadamente a mujeres, comunidades indígenas y poblaciones vulnerables. 

Superamos los 1.5° C del Acuerdo de París:

Superar sostenidamente los 1,5 °C de calentamiento global nos acerca peligrosamente a diversos puntos de no retorno climáticos (climate tipping points), umbrales críticos a partir de los cuales ciertos sistemas naturales podrían cambiar de manera abrupta e irreversible.

Entre estos puntos se incluyen el colapso de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida Occidental, la desaparición del permafrost ártico y el posible colapso de la selva amazónica, que pasaría de ser un sumidero a una fuente neta de carbono.

Aunque estas transiciones pueden no ocurrir de inmediato, cada décima de grado adicional aumenta su probabilidad. Para América Latina, en particular, el riesgo de pérdida de la Amazonía —clave para la regulación hídrica y climática de todo el continente— tendría consecuencias devastadoras: alteración de regímenes de lluvia, pérdida masiva de biodiversidad, desplazamientos humanos y disrupción de medios de vida rurales e indígenas.

Evitar estos puntos de retorno no solo es un imperativo ecológico, sino también un acto de justicia climática y de protección del tejido social que depende de la estabilidad planetaria.

​Las diferencias entre un calentamiento global de 1,5 °C y uno de 2 °C son significativas y abarcan múltiples dimensiones del sistema climático y socioeconómico. Según el Informe Especial del IPCC sobre el Calentamiento Global de 1,5 °C, limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C en lugar de 2 °C reduciría sustancialmente los impactos adversos en los ecosistemas, la salud humana y el bienestar.

Por ejemplo, se proyecta que los arrecifes de coral disminuirían en un 70–90 % con un calentamiento de 1,5 °C, mientras que con 2 °C podrían desaparecer en más del 99 % . Además, el aumento del nivel del mar sería aproximadamente 0,1 metros menor con 1,5 °C de calentamiento, lo que podría significar que 10 millones de personas menos estarían expuestas a riesgos relacionados .

En términos de salud y medios de subsistencia, limitar el calentamiento a 1,5 °C podría reducir la exposición de cientos de millones de personas a riesgos climáticos y pobreza para 2050.

Superamos los 1.5° C del Acuerdo de París: qué impactos habrá

¿De qué depende el aumento de la temperatura?

Depende de las acciones humanas, tanto individuales como colectivas. Si bien el calentamiento global está impulsado por causas físicas bien conocidas —principalmente la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera— su trayectoria futura está en manos de nuestras decisiones. Las elecciones cotidianas en torno al consumo, la movilidad, la alimentación y la energía son importantes, pero no suficientes por sí solas.

Lo decisivo es el diseño e implementación de políticas públicas ambiciosas y coherentes, que marquen el rumbo de una transición justa y sostenible. Esto incluye eliminar subsidios a los combustibles fósiles, promover energías limpias, garantizar transporte público de calidad y proteger ecosistemas clave como bosques y humedales.

Para que estas políticas sean posibles, se requiere una ciudadanía informada y activa. Por eso, la concientización climática es tan estratégica como las tecnologías bajas en carbono: solo con una sociedad comprometida lograremos impulsar gobiernos valientes capaces de responder a la urgencia de la crisis climática.

Qué dice Climate Action Tracker

El “termómetro climático” elaborado por Climate Action Tracker (CAT) en su actualización de noviembre de 2024 muestra con contundencia cómo las decisiones humanas actuales definen el futuro del planeta. Según el monitoreo de políticas y compromisos climáticos, las acciones actuales nos proyectan a un calentamiento de +2,7 °C hacia 2100, muy por encima del límite de 1,5 °C acordado en París.

Incluso si se cumplieran todos los compromisos anunciados (incluidos los objetivos de carbono neutralidad), el escenario más optimista apenas reduciría el aumento a +1,9 °C. Esta herramienta visual deja en evidencia que no basta con prometer: es urgente implementar.

A medida que se sube cada escalón de temperatura, aumentan de forma exponencial los impactos sobre la seguridad alimentaria, los sistemas hídricos, la biodiversidad y la salud humana, especialmente en regiones vulnerables como América Latina.

El gráfico no es una predicción fatalista, sino una advertencia poderosa: aún estamos a tiempo de torcer el rumbo, pero solo si las políticas públicas y la acción social se aceleran con determinación.

Superamos los 1.5° C del Acuerdo de París: qué impactos habrá

​Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2023 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los países del G20 (del cual Argentina es parte) son responsables de aproximadamente el 76% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Dentro de este grupo, destacan China, Estados Unidos e India, que en conjunto representan más del 50% de las emisiones mundiales. 

Calentamiento Global: EE.UU. se retira del Acuerdo de París

A partir de enero de 2025, con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la política climática federal ha experimentado un giro significativo. La administración Trump ha tomado medidas para revertir muchas de las iniciativas implementadas durante el mandato de Joe Biden.

Entre estas acciones se incluyen la retirada del Acuerdo de París, la promoción de la producción de combustibles fósiles mediante el lema “Drill Baby Drill” y la cancelación de programas de innovación en energías limpias. Además, se han propuesto recortes presupuestarios drásticos para agencias clave como la NOAA, eliminando investigaciones climáticas y programas de protección costera.

Estas decisiones han generado preocupación entre científicos y defensores del medio ambiente, quienes advierten sobre los riesgos de desmantelar políticas que buscan mitigar el cambio climático y proteger los ecosistemas. A pesar de estos retrocesos a nivel federal, algunos estados y empresas continúan impulsando iniciativas sostenibles, aunque enfrentan desafíos adicionales en este nuevo contexto político.​

India enfrenta los desafíos del calentamiento global

Si hablamos de la política climática de India, hay  avances notables junto con desafíos persistentes. El país ha logrado reducir la intensidad de emisiones de su PIB en un 33% entre 2005 y 2019, superando su meta inicial, y ha actualizado sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) para alcanzar una reducción del 45% en la intensidad de emisiones y lograr que el 50% de su capacidad eléctrica instalada provenga de fuentes no fósiles para 2030. Sin embargo, el país continúa dependiendo en gran medida del carbón, que representa más del 70% de su generación eléctrica.

Para satisfacer la creciente demanda energética, India planea aumentar su capacidad de generación a carbón en 80 GW para 2031-2032, lo que podría dificultar el cumplimiento de sus objetivos climáticos.

A pesar de estos desafíos, India ha invertido significativamente en energías renovables, con una capacidad instalada que supera los 200 GW, y ha lanzado iniciativas como el mercado nacional de carbono y el Programa de Créditos Verdes para incentivar acciones ambientales voluntarias.

¿Qué hace China frente a la problemática?

En lo que respecta a China se muestran avances significativos en energías renovables, aunque persisten desafíos debido a su continua dependencia del carbón. En 2024, China alcanzó 1.206 GW de capacidad instalada en energía solar y eólica, superando su objetivo de 1.200 GW seis años antes de lo previsto. Se espera que esta cifra aumente a 1.310 GW para finales de 2024, con la generación de energía no fósil superando a la de fuentes fósiles.

Sin embargo, el país continúa aprobando nuevas plantas de carbón: en 2024 se autorizaron 66,7 GW adicionales. Por otro lado, China ha ampliado su mercado nacional de carbono para incluir sectores como el acero, el cemento y el aluminio, con el objetivo de cubrir aproximadamente el 60% de sus emisiones de gases de efecto invernadero.

En resumen, aunque China ha realizado avances notables en la expansión de energías renovables y en la implementación de políticas climáticas, su continua dependencia del carbón plantea desafíos significativos para alcanzar sus metas de neutralidad de carbono para 2060.

El panorama en Reino Unido

En referencia a las energías fósiles y especialmente el carbón, cabe destacar que en septiembre de 2024, el Reino Unido cerró su última central eléctrica de carbón, Ratcliffe-on-Soar, ubicada en Nottinghamshire, poniendo fin a 142 años de generación eléctrica a partir de este combustible fósil.

Este cierre marcó un hito histórico, convirtiendo al Reino Unido en el primer país del G7 en eliminar completamente el carbón de su matriz eléctrica. La transición fue posible gracias a políticas públicas sostenidas, como la fijación de una fecha límite para el abandono del carbón, la implementación de un precio al carbono, el fomento de la energía eólica marina y la inversión en redes eléctricas inteligentes.

Estas medidas permitieron reducir drásticamente las emisiones del sector eléctrico y sentaron las bases para una economía energética más limpia y resiliente.​

La evidencia climática disponible indica que hemos ingresado en una fase de riesgo elevado en la trayectoria del calentamiento global. Superamos los 1,5 °C de Acuerdo de París y esto exige una reevaluación inmediata de las políticas actuales, así como una profundización de la cooperación internacional, la planificación climática multisectorial y el financiamiento para la transición energética.

La implementación efectiva de las NDC, el abandono gradual de los combustibles fósiles y el fortalecimiento de mecanismos de gobernanza climática son condiciones necesarias para contener la aceleración de los impactos.

América Latina, como región altamente vulnerable pero también estratégica en términos de biodiversidad, recursos naturales y soluciones basadas en ecosistemas, tiene un rol sustantivo que cumplir en la arquitectura climática global. 

Frente a la magnitud del desafío, la acción climática debe dejar de ser incremental para convertirse en estructural, transversal y urgente.

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