En tiempos de negacionismo climático resulta indispensable que los países de la región lideren el cumplimiento de los compromisos del Acuerdo Global de Metano. Argentina posee condiciones extraordinarias y puede marcar la diferencia, aportando al desarrollo económico y ambiental del país. Por Esteban Paulon.

El Acuerdo Global de Metano es una herramienta que expresa el compromiso de más de 100 países de todo el mundo para reducir las emisiones de Metano globalmente en un 30% hacia el año 2030.
Fue lanzado por Estados Unidos y la Unión Europea durante la COP26 de Glasgow en 2021 bajo el convencimiento de que, frente al calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero, el hacer foco en el Metano presenta una gran oportunidad de costo efectividad.
¿Por qué se sostiene esta perspectiva? Por un lado, porque las emisiones de gas Metano (CH4) son responsables de al menos un tercio del calentamiento actual derivado de actividades humanas. Pero al mismo tiempo porque presenta uno de los mayores potenciales de reducción frente a otros gases cuya reducción o eliminación insume mucho más tiempo y recursos para lograr el efecto neutro que al final del día no es tan significativo.
Es decir, enfocar las acciones de reducción de gases en el CH4 permite avanzar mucho más rápido, y más eficientemente, en una respuesta real y contundente que desescale el incremento de las temperaturas medias globales.
El compromiso nacional en el Acuerdo Global de Metano
El Estado argentino ha jugado un rol activo en materia de compromisos de acción frente al cambio climático, al menos hasta fines de 2023 previo al cambio de gobierno.
En lo que refiere a las emisiones de gases de efecto invernadero, el país asumió un nuevo compromiso en materia climática que busca no exceder las 358,8 MtCO2eq de gases de efecto invernadero (GEI) al año 2030.
También suscribió acuerdos para elaborar su estrategia de desarrollo a largo plazo con el objetivo de alcanzar un desarrollo neutral en carbono en el año 2050, y trabajar en el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático.
Cabe destacar que en el año 2016, la Argentina presentó su primera NDC, la cual establecía la meta de limitar las emisiones a 483 MtCO2eq con miras al 2030, hecho que evidencia un incremento en el esfuerzo nacional en estas materias que es urgente retomar y recuperar.
Este artículo es parte del Informe Anual 2025 sobre Cambio Climático, solicitá el informe completo en el formulario a pie de página.
Las tres fuentes del Metano
Nuestro país presenta sin dudas características especialmente favorables para ser un jugador relevante en la respuesta global a las emisiones del gas metano. En ese sentido es importante recordar cuáles son las fuentes de emisión del gas metano que provienen en un 65% de las actividades humanas. Actividades que incluyen sectores como la producción de energía, el manejo de residuos y la agricultura, especialmente la cría de ganado. De ahí la relevancia para un país con la matriz energética y productiva de Argentina.
En este apartado vamos a analizar con mayor profundidad las tres principales actividades humanas que por su nivel de desarrollo en el país no se pueden soslayar si queremos encarar una respuesta de impacto a este desafío.
Energìa y combustibles
La primera fuente la representan las operaciones vinculadas a los combustibles fósiles que, a nivel mundial (incluyendo las etapas de producción y procesamiento, almacenamiento, distribución y transporte) explican un tercio de las emisiones. Y representan en nuestro país más del 60% de la producción de energía.
La extracción de petróleo implica una significativa cantidad de metano que se libera durante sus procesos de producción. Entre otras, las fugas en la cadena de producción y suministro representan un desafío considerable, tanto desde una perspectiva ambiental como económica. La detección y reparación de estas fugas, junto con la modernización de las infraestructuras, son pasos esenciales para mitigar el impacto.
Ganadería
El 32% de las emisiones de metano originadas en actividades humanas provienen de la producción y reproducción de ganado para consumo alimenticio. Las vacas, los cerdos, las ovejas o las cabras producen metano al realizar la digestión. En ese sentido es de especial incidencia el ganado vacuno que genera mayor cantidad que los pequeños rumiantes (ovino y caprino). Tomar acciones que modifiquen la digestión de estos animales contribuiría a reducir las emisiones y efectos para la liberación de metano.
Adicionalmente el almacenamiento de estiércol animal tiene como resultado la emisión de gas metano.
Residuos
La gestión de residuos es una de las actividades humanas que más contribuyen a la producción de gas metano. El gas metano también se genera en los vertederos a medida que se descomponen los desechos y en el tratamiento de aguas residuales domésticas e industriales. La liberación de todo este gas a la atmósfera supone un grave problema ambiental.
Aunque también existe la posibilidad de capturar gran parte del gas metano procedente de vertederos antes de que salga a la atmósfera y darle un segundo uso para generar energía, transformando así un riesgo ambiental en una oportunidad.
Acuerdo Global de Metano: Una oportunidad para Argentina
Como se ha señalado anteriormente, la estructura económica, productiva y energética de Argentina ponen al país frente a una gran oportunidad. Las actividades humanas que más inciden en la emisión y liberación de CH4 son especialmente relevantes para el país y el hecho de ser una economìa en proceso de desarrollo podría presentar condiciones más que oportunas para avanzar no sólo en medidas de mitigación sino en la captura y atracción de inversiones vinculadas a mejores prácticas ganaderas, transición energética y mejor gestión de residuos.
Nuestra nación está en inmejorables condiciones de captar parte de los fondos e inversiones que a nivel global buscan acelerar la modernización de las estructuras productivas y alcanzar la neutralidad hacia 2030.
Asimismo dichas inversiones podrían permitir mejorar el perfil productivo y exportador del país, hacer más eficiente nuestra matriz energética e integrarnos como un jugador fuerte en el mercado de bonos de carbono, un mercado cada vez más relevante sobre todo para las economías más desarrolladas del mundo.
Es cierto que el escenario global es desafiante. Pero no es menos cierto que el país cuenta con un importante desarrollo científico y tecnológico, sectores dinámicos, eficientes y de gran potencial de crecimiento y reservas de bienes naturales que el mundo demanda.
Todo ello es condición necesaria – aunque no suficiente – para un cambio copernicano que permita surfear la ola global y, de la mano del driver de la sustentabilidad, promover un cambio profundo hacia la prosperidad.
What’s next?
De diciembre de 2023 a la actualidad la política ambiental y de desarrollo productivo del gobierno argentino ha sido errática fundamentalmente por dos aspectos. En primer lugar, por el convencimiento de la administración libertaria de que el Estado no debe intervenir en casi ningún aspecto de la vida social y comunitaria (mucho menos en la económica). Y en segundo lugar, por la presencia de elementos del negacionismo climático en buena parte de las áreas políticas y de toma de decisiones.
Eso ha determinado la salida de funcionarias y funcionarios de vasta trayectoria en el campo de la política ambiental que intentaron, sin éxito, sostener al menos una política ambiental que diera continuidad a presupuestos y compromisos mínimos que evitaran el aislamiento de nuestro país.
Adicionalmente la llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos ha traído aparejado un fuerte cuestionamiento a la institucionalidad y gobernabilidad global, con especial foco en las entidades y acuerdos vinculados al ambiente, la sustentabilidad, la salud y la equidad de género entre otras.
Dicho esto es sumamente importante recuperar la capacidad y potencialidad de Argentina frente a una guerra comercial abierta que sin dudas requerirá mayor productividad e innovación, dos de los pendientes de nuestros sectores productivos e industriales.
Será una tarea colectiva poder empujar en el sentido correcto la rueda de la historia para poder aprovechar el momento actual, en especial desde la sociedad civil y el Parlamento, logrando que la actual administración tome conciencia de que la política ambiental y de sustentabilidad no son un riesgo ni una amenaza, sino por el contrario la llave para el desarrollo de largo plazo y la integración inteligente a un mundo cada vez más convulsionado.
