COP29: de la financiación a la implementación

En un contexto donde la acción se vuelve fundamental para hacerle frente a las consecuencias y fenómenos profundizados por la crisis climática, resulta necesario resaltar la importancia de la COP29 y los espacios multilaterales de toma de decisión, enmarcados bajo el paraguas de la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas (CMNUCC). Estos se vuelven lugares imprescindibles en los que se busca generar consensos para la acción climática internacional. 

COP29

¿Está el multilateralismo en crisis?

Si bien muchas veces los acuerdos logrados son la base -y no lo suficientemente ambiciosos- para continuar trabajando, actualmente no existe otro espacio multilateral donde se tomen las decisiones necesarias para avanzar en conjunto en materia de mitigación y adaptación al cambio climático como las COPs.

En este marco es que el pasado noviembre de 2024 la Conferencia de las Partes celebró su 29° edición en Bakú, Azerbaiyán. Dentro de los temas a negociar, los que resultaron con mayor importancia y generaron amplias expectativas fueron la Nueva Meta Colectiva y Cuantificada (NCQG), la Meta Global de Adaptación (GGA), el programa de trabajo de Transición Justa (JTWP), el Programa de Mitigación y el Artículo 6, de mercados de carbono.

Nueva Meta Colectiva y Cuantificada (NCQG)

El principal resultado de la COP29 fue el establecimiento de una nueva meta de financiamiento climático, mediante la cual los países desarrollados se comprometieron a aportar al menos 300 mil millones de dólares anuales, de fuentes públicas y privadas, hasta 2035 para apoyar a los países en desarrollo en sus iniciativas climáticas. Sin embargo, aunque el texto final de la meta reconoce la necesidad de compromisos financieros más ambiciosos, especialmente en materia de daños, pérdidas y adaptación, no logra alcanzar los montos estimados como necesarios.

Además del compromiso de 300 mil millones de dólares anuales, se recomendó la movilización de recursos por parte de todos los actores —tanto públicos como privados— con el objetivo de ampliar la financiación hasta 1.3 billones de dólares. No obstante, tanto la sociedad civil como los países en desarrollo consideran que la cifra comprometida es insuficiente en comparación con la demanda original, que planteaba un financiamiento anual de 1.3 billones de dólares, haciendo principal énfasis en la provisión de financiamiento por fuentes públicas y en forma de donaciones o préstamos altamente concesionales. Esto último se consideraba componente crucial de la meta, pero significó uno de los núcleos duros de desacuerdo entre las partes negociantes.

La negociación de esta meta fue un punto de fricción central en la COP29, bloqueando por momentos otros ítems de la agenda, ya que su definición resulta clave para viabilizar los medios de implementación. 

Programa de Transición Justa (JTWP)

Otro punto destacado de la COP29 fue la reactivación de las negociaciones sobre el Programa de Trabajo sobre Transición Justa (JTWP, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es evaluar, diseñar y escalar estrategias para el cumplimiento del Acuerdo de París mediante diálogos e intercambio de buenas prácticas entre países. Desde el Sur Global se impulsó la creación de un plan de trabajo con acciones concretas y objetivos ambiciosos, y aunque la COP29 abrió este debate, no se alcanzó una decisión final, por ende su discusión continuará en las negociaciones intersesionales de junio de 2025, en Bonn, Alemania. 

Meta Global de Adaptación (GGA)

En cuanto a la Meta Global de Adaptación (GGA), la COP29 fue un momento clave para su definición. En el marco del Programa de Trabajo EUA-Belém, se inició el proceso para establecer el rol de los expertos en el cumplimiento de los objetivos rumbo a la COP30, así como la selección de indicadores cualitativos y cuantitativos para evaluar los avances en adaptación. Se acordó, además, la creación de un criterio de selección que incluirá tres conjuntos de indicadores: uno de alcance internacional, otro regional y otro nacional, adaptable a las circunstancias locales. En términos de medios de implementación, las discusiones estuvieron fuertemente condicionadas por la evolución de las negociaciones de la Nueva Meta Colectiva y Cuantificada.

Algunas Iniciativas Energéticas lanzadas durante la COP29: 

Compromiso mundial de almacenamiento y redes de energía: Este compromiso establece un objetivo colectivo de desplegar 1.500 gigavatios (GW) de almacenamiento de energía para 2030 y añadir o renovar 25 millones de kilómetros de redes eléctricas.

Promoción de zonas y corredores de “energía verde”: Esta iniciativa busca conectar fuentes de generación de energía limpia y facilitar su distribución eficiente a las comunidades.

Declaración sobre el hidrógeno: Los signatarios se comprometieron a aumentar la producción de hidrógeno renovable y acelerar la descarbonización de la producción existente de hidrógeno a partir de combustibles fósiles.

Programa de mitigación

En lo que respecta al programa de mitigación, se reconoció la utilidad de los diálogos globales realizados durante 2024, haciendo énfasis en las posibilidades de reducción de emisiones en ciudades, edificios y sistemas urbanos. A su vez, los temas para los diálogos técnicos del corriente año serán definidos acorde a las propuestas de las Partes, y buscan la inclusión de expertos de todas las regiones, del sector privado y la garantía de las perspectivas de los países en desarrollo.

Además, se propuso crear una plataforma digital que facilite la colaboración entre diferentes actores involucrados, como gobiernos, empresas, inversores, con prioridad en los contextos nacionales. 

Este artículo es parte del Informe Anual 2025 sobre Cambio Climático, solicita el informe en el formulario a pie de página.

Artículo 6: mercados de carbono

El artículo 6 del Acuerdo de París es el que habilita a la comercialización de bonos de carbono. Después de 6 años de retraso, finalmente la COP29 cerró el libro de reglas del Acuerdo de París con esta decisión. El famoso Artículo 6, habla de un mercado voluntario (6.2), donde los países pueden comercializar de manera optativa los bonos y el mercado global centralizado por la CMA (Conference of the Parties serving as the meeting of the Parties to the Paris Agreement) y administrado por un Órgano de Supervisión específico (artículo 6.4).

Durante la COP29, se adoptaron las metodologías sobre las que funcionará el nuevo mercado global de carbono bajo la órbita de Naciones Unidas (artículo 6.4). Este acuerdo se guiará bajo las normas del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y exigirá a las Partes informar a la CMNUCC las formas para calcular el carbono vendido y la no vulneración de derechos humanos, laborales y de comunidades que pueden ser impactadas. 

Por último, mediante la sanción de este libro de reglas se establece la responsabilidad de demostrar que los proyectos presentados impliquen una mitigación adicional a la que los países están obligados legalmente a conservar.

Global Stocktake (Balance mundial)

Después de ser el tema central de la COP28, el balance mundial, instancia de evaluación del progreso internacional en materia de adaptación y mitigación al cambio climático, no tuvo definiciones claras. Esta conferencia debía dialogar sobre cómo hacer seguimiento a esta evaluación, sin embargo, al no haber acuerdos se decidió continuar estos debates durante las negociaciones intersesionales en Bonn (SB62). El actual proyecto de decisión contiene dos párrafos importantes sobre la naturaleza: uno en el que se reafirma la importancia de proteger y restaurar la naturaleza y los ecosistemas en consonancia con el Marco Mundial para la Diversidad Biológica de Kunming-Montreal, lo que incluye detener y revertir la deforestación para 2030, y un segundo párrafo en el que se señala la necesidad de aumentar el apoyo y la inversión para detener y revertir la deforestación.

Contexto geopolítico 

La COP29 reflejó la actual reconfiguración geopolítica global, marcada por incertidumbres y transiciones de poder. Con la victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, la influencia de la administración demócrata en las negociaciones climáticas se hizo notar en sus últimos días de gestión. Sin embargo, lejos de generar un clima propicio para acuerdos ambiciosos, esta coyuntura contribuyó a la falta de avances en uno de los temas más críticos: el financiamiento internacional.

En América Latina, la dinámica regional también dejó huella en la cumbre. Colombia, Brasil, Chile y Uruguay consolidaron un bloque progresista con una postura activa en las negociaciones, mientras que la sorpresiva retirada de la delegación argentina en el segundo día evidenció un cambio en la estrategia del país en foros multilaterales. A pesar de la diversidad de posiciones dentro de los grupos de negociación regionales—como AILAC o el Grupo Sur—, en esta COP emergió un frente sólido desde el Sur Global en defensa de un objetivo clave: asegurar 1.3 billones de dólares en financiamiento climático.

Conclusiones de la COP29

Si bien la meta adoptada en la COP29 no es suficiente, significa un primer paso hacia la acción y sienta una base sobre la cual trabajar, haciendo especial énfasis en uno de los principales desafíos para la presidencia brasileña: el fortalecimiento y la reconstrucción de la confianza entre países. 

En este sentido, de cara a la COP30, los ejes clave de negociación serán: (i) el artículo 2.1(c) del Acuerdo de París, que establece la necesidad de alinear los flujos financieros con una trayectoria de desarrollo resiliente y bajo en emisiones; (ii) la hoja de ruta para la implementación de la nueva meta de financiamiento; y (iii) el cierre de la Meta Global de Adaptación. Además, conforme al proceso del Acuerdo de París, cada país deberá presentar una nueva versión de sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDCs), ajustadas según los resultados del primer Global Stocktake, lo que permitirá evaluar la ambición climática global y trazar posibles líneas de acción más ambiciosas. 

La COP29 evidenció un momento de tensión en el sistema de cooperación multilateral, reflejando las complejidades del actual escenario internacional. Con el avance de gobiernos de ultraderecha conservadores y frecuentemente negacionistas, algunos actores han optado por desentenderse de sus responsabilidades históricas, desafiando el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas del Acuerdo de París. En este contexto, resulta necesario repensar la estructura de gobernanza de las próximas Conferencias de las Partes para garantizar que los compromisos asumidos se traduzcan en acciones concretas y efectivas.

Lo que viene: apuntes para la COP30

La Presidencia de Brasil tiene la responsabilidad de guiar la negociación en una dirección que transforme las promesas en compromisos factibles para mantener el límite de 1,5 °C de calentamiento global, como también liderar los esfuerzos para dar prioridad a los debates sobre financiación y justicia climática, y fomentar la cooperación mundial para ofrecer una respuesta climática unificada y ambiciosa que refleje la escala y la urgencia del desafío.

Por otro lado, como sociedad civil, navegamos por un panorama difícil en el que el negacionismo climático va en aumento y muchos compromisos siguen sin cumplirse. Esto exige plantear de manera mucho más creativa expectativas que se ajusten a la situación mundial actual y que, al mismo tiempo, mantengan el impulso necesario para que la crisis climática siga ocupando un lugar relevante en la agenda. La creatividad, la fraternidad, y la resiliencia serán nuestras mejores aliadas.

Centrarse en cambios posibles

Por eso, debemos centrarnos en identificar oportunidades de progreso incremental, avanzando incluso con pequeños pasos en áreas donde el cambio es posible. Al mismo tiempo, debemos defender y mantener los logros conseguidos hasta ahora, asegurándonos de que no retrocedan en este momento difícil. Y también vigilar lo que pueda ponerse en tela de juicio ante el cambiante panorama.

Retomando las palabras del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres (2024), “El tiempo corre. Y ustedes están en el lado correcto de la historia.” Las COPs deberían volver a ser un espacio en donde los países encuentren los consensos necesarios para poder ofrecer soluciones a la crisis climática. La crisis climática necesita de la cooperación de todos los países y de la sociedad, porque no distingue fronteras.

Sobre los autores

Enrique Maurtua Konstantinidis es especialista en Cambio Climático con más de 20 años de experiencia en política climática. Desde 2004, participa en negociaciones de la ONU, impulsando el rol de la sociedad civil y abogando por mayor ambición en las negociaciones entre países. Actualmente es Asesor Senior en el Instituto Clima e Sociedade de Brasil y coordina grupos de política internacional en GGON y CAN Internacional. Anteriormente, lideró el área climática de FARN y fue Coordinador Regional de CAN Latinoamérica. Referente en incidencia política en América Latina, promueve iniciativas estratégicas y comparte su experiencia mediante capacitaciones y publicaciones.

Dana Oyarzabal es tesista de la Licenciatura en Ciencia Política en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. Desde 2019 es miembro de Jóvenes por el Clima Argentina, coordinando desde 2021 el área de internacionales de la organización y el área de incidencia política del foco de Córdoba. En estos roles, ha trabajado en la articulación con actores globales del movimiento climático y en el diseño de estrategias de incidencia en políticas ambientales.

Este artículo es parte del Informe Anual 2025 sobre Cambio Climático, solicita el informe en el formulario a pie de página.

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