Ciudad Esperanza

Sostenibilidad e innovación

– Maisa Rojas –

Ciudad Esperanza de Maisa Rojas

Nuestra humanidad ha logrado crear un modelo de desarrollo sostenible que coexisten en armonía con la naturaleza. Hay una ciudad moderna ubicada en el sur de Chile y es un ejemplo en el uso eficiente de recursos como el agua, el viento y el sol. Un anillo de bosques proporciona oxígeno y absorbe dióxido de carbono. Los parques operan como filtros también. Son verdaderas esponjas para el aire y para las lluvias.

Los edificios están cubiertos de paneles solares y turbinas eólicas que generan energía limpia y renovable. Y en el corazón de la urbe funciona un sistema de transporte público que es completamente eléctrico. Un sistema de inteligencia artificial analiza datos en tiempo real sobre el tráfico, la calidad del aire, la energía y el clima, con la finalidad de responder cada vez mejor a nuestras necesidades como ciudadanos. 

Los habitantes podemos acceder a esta información a través de los celulares y votar en línea por aquellos recorridos que funcionan mejor. De esta manera, todas y todos participamos en la toma de decisiones y contribuimos a mejorar la calidad de vida de nuestra ciudad. Tener un mejor sistema de transporte público reduce el uso del automóvil. El resultado: menos accidentes de tráfico, congestión y contaminación. 

Aquí se han levantado algunas de las mejores universidades y centros de investigación del mundo y sus habitantes tienen ganas de innovar constantemente. Desde el Estado se procura el acceso a recursos y herramientas que permitan fortalecer un lugar que, además de ser sostenible, es justo. 

Sus habitantes cuidamos y nos conectamos con la naturaleza. Todas las casas tienen ventanales que miran a la costa o a la cordillera y es usual toparse con bicicletas estacionadas en el antejardín. 

Nuestra ciudad modelo es compacta, resiliente y adaptada al clima cambiante: fue diseñada para ser recorrida en dos ruedas o a pie. Personalmente me gusta pedalear porque puedo sentir la brisa fresca en la cara. Hay un espíritu de barrio muy hermoso. El aire antes olía a leña pero ahora huele a árboles nativos, y nuestras ciclovías luchan contra el cambio climático y son del mismo tamaño que los senderos peatonales. 

Las viviendas que se están construyendo hoy son sustentables: se adaptan mejor al clima y de esta manera reducen el uso de aire acondicionado o la calefacción, lo que ha mejorado drásticamente la calidad del aire.

Ciudad Esperanza de Maisa Rojas

Todas y todos somos conscientes del impacto que generan cada una de nuestras actividades en el medio ambiente, y por esa razón medimos y reducimos nuestra huella de carbono: preferimos consumir productos frescos y salidos de la mata; y reutilizamos y reciclamos constantemente. Desde entonces, tenemos más puntos limpios que farmacias y una mejor salud. Lo orgánico se composta para que aporte nutrientes a la tierra y con ello reducimos la basura y la emisión de metano en los vertederos. 

El bienestar es fundamental. Los médicos incorporaron la inteligencia artificial y la robótica para mejorar la atención. Trabajan en estrecha colaboración con los ciudadanos y la industria para prevenir y tratar enfermedades y, además, realizan telemedicina, de manera de que el servicio llegue más oportunamente y no se congestione. La obesidad es un problema que prácticamente no existe. Desde que nos alimentamos más sano y en las escuelas se promueve la actividad física, la nutrición y la educación ambiental, la esperanza de vida de nuestra población también se ha incrementado. 

Es una ciudad segura. Las personas trabajan en industrias y sectores que son premiados por su sostenibilidad e innovación, generan y distribuyen energía renovable, practican la agricultura orgánica y la permacultura, o ejercen en servicios sociales que promueven la inclusión y la equidad. También hay otros que diseñan software o sistemas de alerta y monitoreo para eventos extremos. Sus ingresos son suficientes para comprar bienes y servicios como la vivienda propia. También acceden a subsidios y programas de financiamiento que les permiten sostener su calidad de vida. 

Las desigualdades se abordan desde la perspectiva económica, ambiental y social. Los programas de capacitación y desarrollo profesional están al alcance de todas y todos para que puedan mejorar sus competencias y dar su máximo potencial. Aquí entendemos que si le va bien a uno, todos ganamos. Por eso, organizaciones, cooperativas y empresas trabajan junto a los vecinos y los proveedores para crear valor y prosperidad y no sólo por los beneficios económicos. Estos son la creación de empleo, la reducción de la pobreza y la protección de la naturaleza, vaya tarea. 

Los proyectos de inversión deben pasar una evaluación de impacto ambiental. El uso de recursos es respetuoso con el medio ambiente y procurando que no genere daños y perjuicios para las personas. Las tecnologías limpias, el uso de energías renovables y la implementación de medidas de mitigación han logrado que el crecimiento económico y el cuidado por la naturaleza dejen de ser percibidos como valores contrapuestos. En esa misma dirección, es que nuestra ciudad tiene un plan de uso de suelo que establece zonas específicas para construir viviendas, comercios, industrias y espacios públicos, mientras otros han sido protegidos de las actividades humanas para conservar la biodiversidad y su alto valor ecosistémico. 

Se preguntarán cuánto vale sostener esta forma de vida y lo que puedo decir es que el costo de mantener nuestra sostenibilidad es relativamente bajo en comparación con los beneficios que obtenemos: del 10 al 15% del presupuesto total de la urbe. 

Los beneficios están a la vista. Somos el ejemplo vivo de que el desarrollo sostenible puede estimular la economía local, fomentar la colaboración pública y privada, al mismo tiempo que mejoramos la calidad del aire y del agua, generamos turismo y gozamos de mayor bienestar. Me alegra que este modelo de desarrollo sostenible esté ayudando también a revertir la baja natalidad. Los vecinos y vecinas tienen la posibilidad de hacer sus trabajos desde una oficina y/o desde la casa. Esta mayor presencia en sus hogares, los ha hecho recobrar la esperanza y están trayendo a más niñas y niños al mundo. 

Con consciencia, voluntad y liderazgo, en lo micro y en lo macro, entre todas y todos podemos multiplicar estas ciudades carbono neutrales. 

Maisa Rojas

Actual Ministra del Medio Ambiente de Chile. Física y climatóloga de profesión, doctorada en Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Oxford en Reino Unido, e investigadora interdisciplinaria en materias como la modelación del sistema climático global y regional. Autora y Coordinadora del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Coordinadora científica de la COP25. Reconocida por la ONG Sachamama como una de las 100 personas latinas más comprometidas con la crisis climática (2024, 2023) y designada Champion de la COP16 del Convenio sobre la Diversidad Biológica (2024).

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2 comentarios en “Ciudad Esperanza”

  1. una visión muy inspiradora de lo que podría ser una ciudad verdaderamente sostenible y justa. Me encantó cómo se combinan la tecnología, la naturaleza y la participación ciudadana para mejorar la calidad de vida. La idea de tener ciclovías tan importantes como los senderos peatonales, o que podamos votar por los recorridos del transporte público, suena a un futuro que vale la pena construir. Sería interesante también reflexionar sobre los pasos concretos para llegar a algo así, especialmente en ciudades que aún enfrentan grandes desafíos ambientales y sociales. Aun así, es un excelente recordatorio de lo que podemos lograr si trabajamos en conjunto.

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